Estos días se ha publicado una nota de prensa de la TISOC (The International School of Coaching Corporate), en la que invitaba a reflexionar acerca de la necesidad de adoptar pequeñas rutinas que permitan desconectar la mente y recargar las baterías, como mecanismo de aumento de la productividad en el trabajo. No dejan de ser conductas más o menos naturales que responden a la implicación y entusiasmo que se pueden sentir cuando se comparten los objetivos de la organización, y ésta responde con el debido «mimo» por su capital humano. Los hábitos que propone son los siguientes:
1.- Desconexión antes de las 10:00. Bajo este titular se esconde una de las palabras mágicas en el ámbito laboral: PLANIFICACIÓN. Basarse en la «filosofía» desarrollada por David Allen: getting things done o GTD (en este punto recomiendo el interesante blog de David Torné), marcarse tareas y no dejarse llevar por el caos es una cuestión básica para poder sacarle partido al tiempo. Organizarse por proyectos y por sus consecuentes tareas, priorizarlas de forma lógica sin apostarlo todo a nuestra memoria y realizar revisiones periodicas de nuestra cartera de acciones, son el pilar maestro de la productivad.
2.- Un café con los compañeros. Además de para poder resolver eventuales conflictos y recargar baterías, puede ser un momento interesante para poder explorar nuevas ideas o proyectos, ya que ese rato de relajación permite una mejor sincronización del equipo de trabajo.
3. Un rato para meditar. Realizar breves pausas de forma regular permite recargar las baterías y coger perspectiva, ayuda a poder reorganizarse y volver a ser consciente de mantener el control sobre las situaciones.
4.- No sin mi siesta. Cada vez hay más empresas que cuentan con espacios habilitados para echarse pequeñas siestas que permitan la oxigenación mental para mantener la vitalidad, la atención y el rendimiento. Desde luego no se trata de las siestas de domingo que duran media tarde, sino de esos descansos de entre 5 y 30 minutos en los que no te llegas a abandonar completamente a Morfeo… pero sí te permite desconectar lo suficiente para poder volver con la energía necesaria para poder afrontar la tarde.
5.- Charlar con los amigos. Como va siendo habitual que las organizaciones se encuentran estructuradas por proyectos, los equipos de trabajo deben ser compatibles y complementarios. Además, deberían encontrarse físicamente cerca para poder compartir la información de forma sencilla e inmediata, ya sea concerniente al proyecto, a problemas que puedan haber surgido, o a anécdotas sin importancia, pueden ser un buen estímulo para romper picos de tensión y fortalecer la complicidad entre los miembros (de forma que se vaya cimentando el sentimiento de equipo), lo que redundará en beneficio del proyecto.
6.- Aprender a decir «no». Hemos pasado por una época donde se hablaba mucho de ser multitarea, de tener la capacidad de afrontar varios retos de forma cuasisimultánea; demostrándose que es un error, ya que la calidad de los trabajos será notablemente inferior consumiendo más recursos. Esto se imbrica además en las dificultades que tenemos en rechazar tareas que se van acumulando en la mochila haciendo que cada vez sea más difícil y costoso cargar con ella. Aprender a desestimar propuestas mientras no terminas las que tienes abiertas es un ejemplo de lo comentado en el punto 1: PLANIFICAR. Gloria Mark, de la Universidad de California, afirma que en la oficina solamente es posible estar concentrado durante once minutos seguidos, debido al nivel de ruidos y de distracciones existentes, por eso es tan importante priorizar, organizar y ejecutar las acciones de forma ordenada y controlada.
7.- De paseo por la oficina. Recuerdo en mis clases de dibujo técnico que, cuando estaba en la pizarra haciendo un ejercicio y me bloqueaba, tenía que apartarme para poder coger perspectiva y verlo todo en conjunto desde otro punto de vista. Se ha demostrado que el hemisferio derecho (el responsable de la creatividad) se activa con el movimiento, por eso se recomienda dar un pequeño paseo, levantarse a por agua o por un café, bajar a fumar un cigarrillo…. puede ayudar a coger perspectiva y encarar el problema bajo un nuevo enfoque. Como decía Michael de Montaigne: «Mis pensamientos se duermen cuando estoy sentado».
En resumidas cuentas, trabajar mucho no es trabajar bien. Planificar y priorizar las tareas, guardar espacios de desconexión, y mantener ventanas abiertas para dedicarlas al ocio o a los hobbies (como apunta Jeff Zwelling) son buenas herramientas para mantener un elevado rendimiento de forma prolongada en el tiempo (pudiendo mitigar la aparición del famoso síndrome del burnout).